Cuento en castellano: La Liebre y la Tortuga. Escola Font d'En Fargas

LA LIEBRE Y LA TORTUGA

Había una vez un bosque muy lejano, en tierras de la selva amazónica… donde vivía una liebre con su familia. La liebre iba a beber agua diariamente a un río próximo que se llamaba río Amazonas. Se levantaba temprano para buscar comida entre los arbustos, matorrales y algunas veces se entretenía entrando en los frondosos bosques. La liebre era muy valiente y como no tenía miedo a los animales daba vueltas por el bosque hasta que encontraba la comida más apetitosa.
Un domingo como cualquier otro, salió la liebre en dirección al río. Estaba bebiendo agua, cuando vio reflejarse en el agua una tortuga. La liebre hizo ver que se bebía la tortuga y la tortuga que era muy inteligente se dio cuenta de que la estaba provocando. En aquel momento, la tortuga recordó todas las malas pasadas que le había hecho. Por ejemplo: el día que la liebre se disfrazó de galápago para ganarse la confianza de la tortuga y así la envió a un despeñadero en lugar de enseñarle el camino del río.



También recordó que cada mañana se burlaba de ella por que corría más y llegaba antes al río. La tortuga ya no podía más, estaba cansada de las impertinencias de la liebre. Finalmente tuvo una idea genial, quería desafiar a la liebre y demostrarle que ella tenía más ingenio.
Una carrera desde la colina al río, pasando por el sendero del llano, donde había un árbol grande con hojas de color anaranjado y amarillo que daba muy buena sombra.
La liebre aceptó el desafío de la tortuga pensando que era muchísimo más rápida que la lenta tortuga.
A la mañana siguiente, muy temprano, se situaron en la colina. El cocodrilo lanzó un coco y empezó la carrera. La liebre y la tortuga empezaron a correr y la liebre cogió mucha distancia.
Al pasar al lado del gran árbol, confiando que ganaría a la tortuga, le entraron ganas de echar una siesta y se puso a dormir debajo del árbol.
Mientras tanto, la tortuga contadas sus fuerzas, iba avanzando y avanzando, pasito a pasito, hasta llegar al árbol donde vio a la liebre dormida como una marmota. La tortuga pasó sin hacer ruido, para no despertarla. La tortuga llegó a la meta y todo el mundo se puso a aplaudir. Con gritos del pájaro que comentaba la carrera, la liebre se despertó y se puso a correr como un rayo. Al llegar a la meta se le quedó la cara tonta cuando vio que la tortuga había ganado y se enfadó.
Todo el mundo gritó a coro:
“Quien se enfada no consigue nada.”


Escola Font d’en Fargas. Barcelona. 2011

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