HUAGRA YAYA
Hace más o menos 42 años, allá por el año de 1967, cuando estaba por darse la reforma agraria y los terratenientes por ley, se veían en la obligación de entregar un HUASIPUNGO a cada uno de sus trabajadores; sucedió que; en la hacienda de Catzuquí de Velasco, el huasicama Jorge Toapanta, también esperaba su tierra con mucha alegría para poder trabajarla y ganar dinero para su esposa María y sus hijos Diana, Daniel y Marisol.
Jorge era un hombre fuerte, CHAGRA del páramo. Sabía cómo trabajar el campo y el ganado vacuno de la hacienda. Su anhelo era que sus hijos pudieran asistir a la escuela, pero lo que ganaba no le alcanzaba y los trámites de la entrega de las tierras no se agilitaba por presión de los poderosos patrones terratenientes. Por eso un día, Jorge decidió hacer un pacto con el cerro, para que le ayude a conseguir mucha riqueza y cumplir los anhelos que tenia para sus hijos. Entonces el cerro le ordenó que cada vez que lleve el ganado al corral, baje del caballo, se saque el poncho y entre con los animales para que se cumpla el pacto. Se convertiría en un gran Toro Padre (Huagra Yaya).
Y que cada vez que subía al cerro, el pacto se cumplía. Dentro del corazón de Jorge crecería una mazorca de oro. Cada día llegaba al cerro, desmontaba su caballo, se quitaba el poncho y entraba al corral y rápidamente tomaba la forma de un corpulento toro que cuidaba todo el día del ganado, mientras en su corazón se acumulaban las mazorcas de oro Llegaba la tarde y salía del corral para tomar nuevamente la forma de un ser humano; entonces se comía el CUCAYO que María su esposa le había preparado y regresaba a casa montado en su caballo.
Un día una señora que subió al cerro a recoger mortiños, observó a Jorge como se convertía en toro al entrar al corral y asustada bajó corriendo a contarle a la mujer de este lo que había visto; María se quedó intrigada y al cabo de 2 días decidió subir al cerro en silencio para vigilar a su esposo. Efectivamente pudo comprobar lo que le había contado su vecina y asustada regresó a casa para esperarlo a que llegue en la tarde.
Cuando Jorge iba entrando en la casa, María se apresuró a preguntarle, por qué sucedía eso que había visto en el cerro. El decidió contarle que había hecho un pacto con el cerro y que por eso tenía dos vidas. Que lo hacía por el bien de todos, porque así podrían tener mucho oro y que con eso serían muy felices y sus hijos podrían ir a la escuela. María temerosa le preguntó cómo le extraerían el oro del corazón, y Jorge le dio unas indicaciones a manera de orden.
- Recuerda que cuando el patrón baje a vender el ganado en la feria del próximo domingo - Jorge se sacrificaría, ya que siendo el mejor toro, pronto lo comprarían para carne y lo trasladarían al camal para matarlo. - Entonces debes estar en el camal para comprar mi corazón de toro, cueste lo que cueste, y puedas cortarlo en 4 partes como dice el pacto y extraer las mazorcas de oro -
Sabiendo que su esposo moriría, María no paró de llorar con sus tres hijos, hasta que llegó el día indicado. Era domingo, ya Jorge había dejado el hogar y con el alba se había dirigido al cerro, llevando el último cucayo que María le había preparado. Con la angustia que le sobrecogía, María pudo recoger las pocas monedas que le quedaban, eran unos 10 sucres y antes que el sol marcara el medio día, se dirigió hacia Cotocollao, para ir directamente al camal y poder comprar el corazón del toro, que a su vez era de su esposo.
Resignada a que sus hijos queden huérfanos de padre y con mucho oro, bajaba al pueblo pensando en el AMOR que una familia debe tener por sobre todas las cosas. Rogaba que sucediera algún milagro, para que su esposo no tenga que entregar su vida; de pronto María vio que el Patrón regresaba a la hacienda después de vender el ganado. Ella corrió a darle el encuentro con mucho temor (porque era difícil hablarles a los patrones), detuvo su marcha, lo cual llamó la atención del hacendado y con los ojos llenos de lágrimas le contó lo que había sucedido con su marido, y por qué había hecho el pacto con el cerro.
El terrateniente la escuchó muy atento y en ese momento se despertó su ambición al escuchar que dentro del corazón del toro tenía cuatro mazorcas de oro, “le brilló el ojo de codicia que le caracterizaba”; entonces le dijo a María: - Oye María tranquila que yo personalmente iré a salvar a tu marido, regresa a la hacienda con tus hijos que mañana mismo les entregaré el Huasipungo que les corresponde…- - Dios le pague patroncito, usted si que es bueno…- María ignoraba las verdaderas intenciones del malvado patrón.
El patrón regresó a la feria y se dirigió al camal. No tenía ninguna intención de comprar el toro padre y salvarlo, pues esperó pacientemente hasta que el animal fuera sacrificado y compró el corazón, ante el asombro de los carniceros, que nunca habían visto al patrón comprando en este lugar. – Ja ja ja seré más rico y podré comprar muchas haciendas – Resonó su riza en todo el pueblo.
Con la desesperación de sacar las mazorcas de oro, regresó a la hacienda muy agitado y con la avaricia que marcaba su rostro buscaba a sus peones para que le ayuden a partir el corazón, y cuando María se dio cuenta de que su patrón le había traicionado, solamente pudo ver el corazón sangrante de su querido Jorge y muy asustada corrió a coger a sus hijos y salió corriendo de la hacienda sin rumbo fijo.
El ambicioso terrateniente tomó un cuchillo y partió el corazón, tenía que hacerlo en 4 partes como decía el pacto; pero, como María había olvidado de decirle este detalle, pues al partirlo de diferente forma, las mazorcas se convirtieron en bolitas negras y solo pudo obtener excremento de chivo.
Desesperado por las mazorcas y envuelto en un olor repugnante, salió corriendo a buscar a María, – ¡María, María! donde estás…? - Gritaba enloquecido por la ambición, para que le dijera el secreto del cerro, y poder sacar las mazorcas. Pero María había desaparecido de la hacienda, le ayudaron sus comadres y desde ahí nadie más supo de su vida y de sus hijos.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado…
Daniel Toapanta
6to. Año de educación básica
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