Conte en castellà: La rateta que escombrava l'escaleta

Había una vez una ratita encantadora y muy presumida, que cada mañana barría la escalera de su casa cantando y bailando. Una mañana, mientras barría, se encontró una moneda debajo de la alfombra.

La ratita se quedó pensando un largo rato. ¿Qué podía comprarse con aquella moneda?
La ratita dijo:
- ¡Si me compro avellanitas se me caerán los dientecitos, si me compro piñones se me caerán las muelitas! ¿Y si me compro un lacito rosa para estar preciosa? ¡Sí, me lo compraré!
Así que de repente, la ratita fue a la mercería a comprarse el lacito para ponérselo en su larga cola.

A la mañana siguiente, la ratita estaba en su balcón con su lacito en la cola y pensaba: seguro que con este lacito tan precioso encontraré un pretendiente que se quiera casar conmigo.
Al cabo de un rato pasó un perro bien plantado y le preguntó:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que soy tan y tan listo?
La ratita, desconcertada, le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El perro bordó: - Guau, guau.
- ¡Ay no! Con esta voz tan ronca me asustarías.



Más tarde pasó un burro muy parlanchín y pesado que también le preguntó:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que soy tan divertido?
La ratita, desconcertada, le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El burro bramó: - Iho, iho, iho.
- ¡Ay no! Con esta voz tan espantosa me quedaría sorda.

Más tarde pasó un cerdo muy sucio y rechoncho y le preguntó:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que soy tan pulcro y limpio?
La ratita le preguntó: -¿A ver cómo suena tu voz?
El cerdo gruñó: - Oing, oing.
- ¡Ay no! Con esta voz tan aterradora me asustarías, y de limpio nada de nada.

Al rato pasó un gallo bien presumido con una gran cresta roja, y le preguntó:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que soy tan elegante y presumido?
La ratita le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El gallo cantó: - ¡Quiquiriquí!
- ¡Ay no! Con esta voz tan aguda y ruidosa me despertarías de madrugada.

Después de comer y de echarse un rato, la ratita volvió a ponerse el lacito y bien bonita salió otra vez al balcón. En ese momento pasó una oveja delicada y muy contenta le dijo a la ratita:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que puedo hacerte muy feliz?
La ratita le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
La oveja baló: - ¡Beee, beee!
- Ooh, no, no, que voz tan triste, estaría todo el día llorando y no me harías nada feliz.

Al cabo de un rato llegó otro pretendiente, un pato reluciente con las plumas blancas i el pico anaranjado. Sin pensarlo, después de quedar impresionado con tanta belleza, se acercó al balcón i le dijo:
- Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que puedo enseñarte a nadar?
La ratita le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El pato dispuesto a conquistarla empezó: - Cuac, cuac, cuac.
La ratita, sorprendida, dijo:
- ¡Ay no, no! Con esta voz tan ruidosa me vendrá dolor de cabeza.
El pato se fue decepcionado y cabizbajo.

De repente apareció un buey gordinflón, con las bañas puntiagudas y con un gran cascabel muy ruidoso. Vio a la ratita y le preguntó:
- Ratita, ratita, tú que eres tan bonita, ¿me querrías por marido yo que soy tan fuerte y musculoso?
La ratita le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El buey, muy orgulloso hizo: - ¡Muuuuu, muuuuu!
La ratita le dijo:
- ¡Ay no, no! Que cada mañana me pincharás con tus afiladas bañas.
El buey se fue furioso y enrabiado.

Después de escuchar a tantos pretendientes, paso un gato muy bien plantado y educado. Al ver a la ratita decepcionada y un poquito triste se acercó al balcón y le preguntó:
- Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿me querrías como marido yo que soy tan dulce y amoroso?
¬¬¬La ratita le preguntó: - ¿A ver cómo suena tu voz?
El gato, decidido, maulló:¬¬¬¬ - Miaau ,miaau, miaau.
La ratita le dijo:
- ¡Ohh! Qué voz tan dulce y fina.
Sin pensárselo dos veces la ratita le dijo muy emocionada:
- S¬í, tú serás mi marido.

Los novios invitaron a todos sus amigos y la ratita a todos sus pretendientes. Después de una emocionante boda y del gran convite, los novios fueron a su casa muy contentos y felices.
Los otros animales estaban sorprendidos de la decisión que havia tomado la pareja.

Una vez en casa, los dos tenían hambre y decidieron preparar una sopa caliente y deliciosa. La ratita llenó la olla de agua y encendió el fuego. El gato silenciosamente, empujó la ratita dentro de la olla y la tapó. El gato paró la mesa y hambriento se la comió.

Érase una ratita y un gato,
y este cuento se ha acabado.

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